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Una Historia Sobre Los Peligros Del Estrés

Un viaje trágico

La historia ocurrió en su juventud cuando, después de obtener sus primeros ingresos, el Doctor Daniel López Rosetti regaló a sus padres un viaje a Europa. Pero la felicidad de la familia duró apenas 24 horas ya que, nada al llegar a España, su padre pereció de muerte súbita en un hotel de Sevilla.


"Era un viernes, el lunes viajé y fui a buscar el cuerpo. Mi Madre lo manejó bien; yo lo manejé bien, lo que pude", recordó el Doctor. Y añadió que a su padre nadie le practicó la reanimación cardiopulmonar algo que, de haber estado a su alcance, le podía haber salvado la vida, dado que así se "triplican" las posibilidades de sobrevivir.


Problemas de salud


El doctor explicó cómo lo ocurrido con su padre le acabó pasando factura tiempo después. Unos meses después, mientras estaba de vacaciones, empezó a sentirse mal. Y, al auscultarse a sí mismo, notó que en la base derecha del pulmón no le entraba bien el aire. Un síntoma preocupante.


"Como médico uno no tiene la tranquilidad de la ignorancia. Entonces haces, como el doctor House, todos los diagnósticos diferenciales: desde nada, a neumonía, hasta HIB, cáncer, metástasis... se te ocurren las peores", afirmó.


Defensas bajas


López Rosetti acudió a una clínica para que le hicieran una placa, que desveló que sufría "un derrame en el pulmón derecho, en la pleura". Algo que le alarmó, ya que "sabía que si me punzaban y me salía sangre, podía ser metástasis". Pero, por fortuna, no fue así, dado que el diagnóstico final fue que tenía "una forma de tuberculosis pleural". Una enfermedad, dijo, "sumamente común".


El médico se mostró convencido de que dicha dolencia se la causó el estrés que le había provocado la muerte de su padre. "El estrés tiene eso: alarma, resistencia y agotamiento", comentó. Y aludió a la "inmuno-depresión por estrés", como posible causante del debilitamiento de las defensas de su organismo.


Es difícil evitar el estrés en estos días con tantas demandas de tiempo y atención que compiten entre sí. Pero con buenas habilidades para manejar el estrés, puedes lidiar con el estrés de una manera saludable.


Uno de los primeros pasos hacia un buen manejo del estrés es entender cómo reaccionas ante el estrés y hacer cambios si es necesario. Echa un vistazo honesto a cómo reaccionas ante el estrés y luego adopta o modifica las técnicas de control del estrés para asegurarte de que el estrés en tu vida no conduzca a problemas de salud.


Evaluar cómo reaccionas al estrés



Las habilidades para manejar el estrés a menudo no son naturales. Sin embargo, puedes aprender nuevas habilidades de manejo del estrés o modificar tus habilidades existentes para ayudar a sobrellevar mejor la situación.


Primero, fíjate cómo reaccionas ante el estrés. Algunas personas parecen tomarse todo con calma. Sus actitudes naturalmente relajadas brillan, incluso en situaciones estresantes. ¿Otro plazo? Ellos pueden ocuparse. ¿El lavavajillas está goteando? No hay problema, será una simple reparación. Otros se ponen ansiosos ante la primera señal de una situación estresante. ¿Llegas tarde a una reunión? ¡Hora de entrar en pánico! ¿Atascado en un embotellamiento? ¡Que empiece la maldición!


A continuación, algunas reacciones comunes pero poco saludables ante el estrés. ¿Alguno de ellos describe tus reacciones? Si no estás seguro, considera llevar un diario durante una semana más o menos para controlar tus reacciones a situaciones estresantes.


  1. Dolor. Puedes apretar inconscientemente las mandíbulas o los puños o desarrollar tensión muscular, especialmente en el cuello y los hombros, lo cual puede derivar en un dolor físico inexplicable. El estrés también puede causar una variedad de otras dolencias de salud, incluso malestar estomacal, falta de aire, dolor de espalda, dolores de cabeza e insomnio.

  2. Comer en exceso. El estrés puede desencadenar que comas incluso cuando no tienes hambre o que te saltes el ejercicio. Por el contrario, puedes comer menos y perder peso cuando estás con más estrés.

  3. Ira. El estrés puede dejarte con mal genio. Cuando estás bajo presión, puedes encontrarte discutiendo con tus compañeros de trabajo, amigos o seres queridos (a veces con poca provocación o sobre cosas que no tienen nada que ver con tu situación estresante).

  4. Llanto. El estrés puede desencadenar el llanto, a veces aparentemente sin previo aviso. Las pequeñas cosas que no están relacionadas con tu estrés pueden hacer que te hagan llorar. También puedes sentirte solo o aislado.

  5. Depresión. Algunas veces el estrés puede ser demasiado. Podrías evitar el problema, llamar al trabajo para decir que estás enfermo, sentirte desesperado o simplemente darte por vencido. El estrés crónico puede ser un factor en el desarrollo de la depresión o los trastornos de ansiedad.

  6. Negatividad. Cuando no te las arreglas bien con el estrés, automáticamente puedes esperar lo peor o magnificar los aspectos negativos de cualquier situación indeseable.

  7. Tabaquismo. Incluso si dejaste de fumar hace mucho, un cigarrillo puede parecer una manera fácil de relajarte cuando estás bajo presión. De hecho, el estrés es una causa principal de tener una recaída en el hábito de fumar. También es posible que recurras al alcohol o a las drogas para adormecer los efectos del estrés.


El siguiente paso del control del estrés


Una vez que hayas identificado las reacciones poco saludables que puedes tener ante el estrés incontrolado, puedes comenzar a mejorar tus habilidades para manejar el estrés. Las técnicas de manejo del estrés abundan, y se incluyen las siguientes:


  1. Reduce la escala. Reduce tus obligaciones cuando sea posible. Aunque parezca más fácil decirlo que hacerlo, revisa detenidamente tu horario diario, semanal y mensual y encuentra reuniones, actividades, cenas o tareas que puedas reducir o delegar a otra persona.

  2. Prepárate. Adelántate al estrés y prepárate para reuniones o viajes, programa mejor tu tiempo y fija metas realistas para tareas grandes y pequeñas. El estrés aumenta cuando se te acaba el tiempo porque surge algo que no has tenido en cuenta, por ejemplo, los atascos de tráfico.

  3. Busca apoyo. Haz o renueva conexiones con otros. Rodearte de familiares, amigos, compañeros de trabajo o clérigos y líderes espirituales que te brinden apoyo puede tener un efecto positivo en tu bienestar mental y en tu capacidad para lidiar con el estrés. Ofrécete como voluntario en tu comunidad.

  4. Ten un pasatiempo. Cuando te involucres en algo agradable, puedes calmarte y calmar tu mente inquieta. Intenta leer, trabajar en el jardín, hacer manualidades, jugar con la electrónica, la pesca, la carpintería, la música; cosas que no te hacen competitivo o que te estresan más.

  5. Relájate. La actividad física, la meditación, el yoga, los masajes, la respiración profunda y otras técnicas de relajación pueden ayudarte a controlar el estrés. No importa qué técnica de relajación elijas. Lo que importa es volver a enfocar tu atención en algo que calme y aumente la conciencia de tu cuerpo.

  6. Duerme lo suficiente. La falta de suficiente sueño afecta tu sistema inmunitario y tu juicio y lo hace más propenso a sufrir irritaciones menores. La mayoría de las personas necesita de siete a nueve horas de sueño al día.

  7. Busca ayuda profesional. Si tus esfuerzos para controlar el estrés no son lo suficientemente útiles, consulta a tu médico. El estrés crónico e incontrolado puede llevar a una variedad de problemas de salud potencialmente graves, que incluyen depresión y dolor.

Por lo general, el estrés no mejora por sí solo. Es posible que tengas que trabajar activamente para controlar el estrés en tu vida para que no te controle. Cuando identificas por primera vez como reaccionas ante situaciones estresantes, puedes ponerte en una mejor posición para manejar el estrés, incluso si no puedes eliminarlo. Y si tus esfuerzos actuales en el manejo del estrés no están funcionando, prueba algo nuevo.


Si estas buscando ayuda para gestión del estrés te invitamos a conocer nuestro programa “Gestión de Estrés. La Otra Pandemia). Escríbenos para más información.


Fuente: Clinica Mayo

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