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Lo que me recordó Intensamente 2 - Ese lugar que me llena de Paz.


La brisa fresca de la mañana trae consigo el aroma de la tierra mojada y el canto de los pájaros, mientras el sol se levanta sobre las colinas onduladas, iluminando el pintoresco  pueblo  donde nací, allí la vida transcurre tranquila y acogedora, propia de las aldeas donde el tiempo parece detenerse. Allí, entre paisajes verdes, se forjan convicciones sólidas y se cultivan valores arraigados en la comunidad. Es en este rincón de tradiciones ancestrales y gente apasionada donde nací y crecí, aprendí desde niña la importancia de la nobleza y el valor de luchar por nuestros ideales.


Tengo presente el estruendo del ganado que bajaba  de la montaña, que me hacia sentir una profunda conexión con la vida rural,  recordándome que era el momento de la leche tibia, mientras en la cocina se producía la cuajada, la mantequilla y los frijoles molidos en molino, la carne seca para el desayuno, y el sonido crujiente de las tortillas hechas a mano, calentándose en el comal… (suspiro). Sin duda, quienes tuvimos la fortuna de nacer en un pueblito rural fuimos afortunados y, en la mayoría de las veces, felices. Amé cada uno de mis días de infancia, amé despertar cada mañana rodeada de amor, de vacas, de cerdos, de gallinas. Amé sentarme en el fogón de la cocina de mi mamá para tomar mi desayuno, amé comer tortillas recién hechas del comal con mantequilla recién producida en casa. Amé el movimiento que causaba mi padre al salir de la casa muy temprano a trabajar, amé cada atardecer rodeada de mis hermanos y mis sobrinos sentada junto al palo de acacia frente a la casa de mis Padres.


En esta aldea tan especial, cada niño es un tesoro, un universo de risas, juegos y aprendizajes que nutren el espíritu y forman las bases de nuestra identidad. En la Escuela Rural Francisco Morazán, repleta de alegría y diversión, descubrí la importancia de la amistad, el compañerismo y el respeto por nuestra cultura y tradiciones. Las enseñanzas de mis maestros y el ejemplo de mis padres y abuelos me enseñaron a ser agradecida con nuestras raíces, a valorar lo que representan en mi vida y a comprender cómo se moldean las convicciones y valores más profundos.


La gente de Guate (como le digo a mi aldea) respira libertad en cada atardecer dorado y en el canto de los pájaros al amanecer. Su laboriosidad y entrega a sus labores diarias reflejan la fortaleza y la determinación de un pueblo que no se rinde ante los desafíos. En general, son gente bondadosa, trabajadora y muy valiente. Esas son las mayores cualidades de este rincón mágico, donde la solidaridad y el apoyo mutuo son pilares fundamentales de la comunidad.


INTENSAMENTE 2


Así, al igual que los personajes de la película "Intensamente 2" que enfrentan sus propias batallas emocionales y descubren el valor de la familia, la amistad y la autenticidad, en Guate aprendí a valorar lo auténtico, lo sencillo y lo verdadero. Cada experiencia vivida en esta tierra me recuerda la importancia de honrar mis raíces, de celebrar las historias y de enriquecernos con la sabiduría y el amor que emanan de este lugar tan especial. Me hace reflexionar sobre la compleja red de experiencias, recuerdos y valores que moldean nuestra personalidad y nuestra forma de enfrentar el mundo que nos rodea. Al igual que los intrépidos personajes de la película, cada uno de nosotros es el resultado de un viaje emocional único, influenciado por el lugar de donde nacemos, las experiencias que vivimos y las relaciones que cultivamos a lo largo del camino.


Y aunque muchos de nosotros que crecimos en estos pueblecitos en algún momento solo queremos salir de allí, a volar, a seguir nuestros sueños ,porque es parte del proceso de la vida, todos al final terminamos valorando la fortuna de nacer en un lugar donde todos saben quién eres, quién es tu madre, tu padre y cómo te decían de niño.


Regresar al pueblecito donde nacimos es como sumergirse en un mar de recuerdos y emociones que acunan el alma y renuevan el espíritu. Es volver a las raíces de nuestra existencia, al lugar donde cada rincón guarda un pedacito de nuestra historia personal. Esta vuelta al origen nos conecta con nuestra identidad más profunda, nos permite reencontrarnos con versiones pasadas de nosotros mismos y nos brinda la oportunidad de sanar heridas emocionales que quizás ni siquiera sabíamos que existían. En ese reencuentro con la tierra que nos vio nacer, nuestra salud mental se fortalece al sentirnos parte de algo más grande, al recordar quiénes somos en esencia y al reconectar con la esencia misma.


Como dijo Gabriel García Márquez, 'La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla'. Así, cada recuerdo de mi pueblo natal es un tesoro que nutre mi alma."


Así como yo encuentro paz y recargo mi espíritu al recordar mi infancia en el pueblo, les invito a ustedes a reflexionar sobre esos lugares y momentos que han moldeado sus vidas. ¿Cuál es ese rincón especial al que siempre desean regresar?"

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