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Lo que aprendí al visitar las cataratas de Iguazu

"Tira tu Corazón por encima de la barra y el cuerpo lo seguirá"

Yo era una de esas niñas que siempre tuvo miedo de nadar. Admiraba ver a otros nin@s lanzarse a la poza más grande y profunda del rio, cuyas aguas además de cristalinas eran una invitación a la diversión. Mis amigos y familiares, literalmente se tiraban del carro, corrían hacia la piedra más alta y se lanzaban a nadar, sus risas eran impresionantes y solo podían ser calladas por el sonido de las aguas impetuosas del rio Guayape.  Mientras jugaban y nadaban, me sonreían con aires de superioridad mientras yo luchaba por mantenerme a flote en aguas que apenas me cubrían las rodillas.

 

¿Cómo lo hacían? ¿Por qué no tenían miedo? Por mucho tiempo seguí intentándolo, pero al final nunca lo logré. Nunca pude disfrutar al máximo la experiencia, porque siempre me acerqué con miedo, (suspiro). Sin embargo, amaba ir al rio. Por supuesto siempre aferrada a alguien o a algo, que me mantuviera a flote.


Entiendo que rendirse ante la primera señal de dificultad nunca te llevará a tu destino o meta. Pero ¿cuántas veces nos aferramos demasiado tiempo a algo que no es bueno, porque tenemos miedo de soltarnos o simplemente, no sabemos cómo hacerlo?


NO solo es coraje y fuerza mental.

Hace algunas semanas, viajé a visitar las mágicas Cataratas de Iguazú para vivir una de las mejores experiencias de mi vida. Es un lugar de una belleza impresionante que supera lo magnífico.  Camine, monte en bicicleta e incluso me aventuré a nadar.

Después de unas cuantas horas de caminada constante, la tarea final era sumergirse en el agua y conocer un poco la fuerza impresionante de las cataratas.


Conociendo mis temores de niñez (a pesar de que he aprendido algunas técnicas de nado) me animé a ir paso a paso y, de repente, me encontré sentada frente a “la Garganta del Diablo» que es la cascadas de 80 m de caída más grande de Iguazú, la brisa que produce la Garganta del Diablo es tan fuerte y densa que si te alejas unos pequeños pasos atrás no puedes ni siquiera ver la majestuosa caída de agua.


La vista era realmente impresionante y agradecí a Dios por hacer lo suyo en un lugar tan asombroso.

 

Cuando finalmente llegamos al lugar donde se puede nadar, mientras miraba a todos los turistas tomar fotos y sumergirse en las aguas del Iguazú, mis pensamientos se dirigieron a "¿Cómo diablos voy a nadar hasta la orilla desde aquí?"

 

Todo lo que podía ver era la fuerza del agua y la brisa de las cataratas que hacían que desapreciara la orilla. 


Mi único pensamiento era, "Debo salir de aquí". Poco a poco comencé a caminar por la borde de rio agarrada de la orilla, sin embargo, oh, oh, llegué a un punto donde hay que nadar…respiré, “¡Está bien!” “Puedes hacerlo”, me animarme.

“¡solo tira tu corazón por encima de la barra y el cuerpo lo seguirá” (una de mis frases favoritas de automotivación) era mi pensamiento. “¡Ya casi lo logras ya suelta el borde y comienza a nadar, sólo da un paso a paso y estarás bien!”

 

Me quedé así durante lo que me pareció una eternidad, aunque en realidad probablemente no fueron más que un par de minutos. Finalmente, me lance al agua y nadé, nadé como lo había hecho otras veces. Luego, al fin tierra firme. Qué bien se sentía. Horas después, mientras miraba hacia la pared de la garganta del diablo, me alegré de haber llegado a mi destino y agradecí la experiencia de desafiar mi miedo.  y entonces pensé “la resiliencia no puede ser solo una prueba de nuestra resistencia”


La resiliencia

La resiliencia en realidad no solo es sinónimo de seguridad, por que no importan las circunstancias, se trata de tener una visión clara de lo que quieres lograr, una estrategia para lograrlo y un plan de acción sobre qué hacer si no resulta como esperabas.

 

Se trata de reconocer cuándo soltarte de lo que te da seguridad.  A veces es mejor saber cuándo soltar o cuando es mejor dar media vuelta, tomar aire, descansar y recuperarse y pedir ayuda.

 

La resiliencia es lo que necesitamos para mantenernos en el largo plazo. Si nos aferramos a algo durante demasiado tiempo, podemos pasar por alto las señales de advertencia, los músculos fatigados no funcionan para siempre y corremos el riesgo de sufrir lesiones, ya sean físicas o mentales. 

 

No tienes que ser perfecto, pase lo que pase, quienes marcarán la mayor diferencia en tu salud, tu felicidad y tu bienestar, serán aquellos que “entiendan” quién eres y lo que representas.

 

Si sientes que te estás acercando demasiado a las aguas profundas, que te estás quedando sin aire, suspira, extiende la mano, pide ayuda, tómate un tiempo para hacer una pausa y preguntar: ¿qué necesito ahora y qué necesitaré mañana?. Eso es resiliencia.

 

¿Has estado alguna vez en Iguazú?

 

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